.

.

lunes, 12 de enero de 2015

Rodeados de selva (Costa Rica -Tortuguero-)

Tras pasar la nochevieja y un día de entero relax, volvimos a coger nuestras mochilas, armarnos de paciencia y nos dirigimos a la reserva natural de Tortuguero, que nos había sido recomendada por varias personas. Tras las habituales ya casi doce horas de viaje entre buses y lanchas llegamos a este recóndito pueblito del caribe costarricense.
El pueblo está situado entre el océano atlántico y un canal natural que sirve de entrada al parque, no es muy grande y parece bastante auténtico.
Tras pasar la noche, dedicamos el día entero al parque natural. Bien tempranito nos subimos en una canoa y recorrimos varios canales en busca de la fauna del lugar. Gracias al ebuen ojo del guía pudimos ver gran cantidad de aves y reptiles, con la correspondiente información  de su hábitat y forma de vida. Nos gustó bastante la verdad.





Posteriormente ya sin guía nos adentramos por los senderos del parque, al principio nos pareció bastante chulo, pero pasado un rato vimos que todo era casi igual y para colmo no vimos casi ningún animal, como era de esperar. Al final, tras casi dos horas caminando entre lodo y agua, (menos mal que alquilamos las botas!) nos dimos la vuelta y emprendimos el lluvioso camino de vuelta.

Para acabar el día contratamos un nuevo tour para caminar por la selva de noche, tras la buena experiencia de Monteverde. En esta ocasión no fue tan buena la verdad, durante casi dos horas de recorrido no vimos nada interesante y para colmo el guía nos enseñaba animalitos de mi... como arañitas, hormigas y murciélagos. Por fin, cuando ya habíamos perdido toda esperanza empezamos a ver algo más interesante y el motivo por el que queríamos hacer la caminata, primero vimos una rana toro y un bonito basilisco y un dormido camaleón y ya justo al final el guía encontró varias ranas de ojos rojos, que son el símbolo de Costa Rica y que estábamos deseando encontrar. 



Tras dejar Tortuguero volvimos a cruzar el país rumbo sureste para llegar a lo que sería nuestro último destino, el parque nacional de Corcovado. Nos alojamos en el pueblecito de Puerto Jiménez, que se encuentra en una bahía de Osa. La verdad es que este sitio nos gustó bastante, no tenía casi turismo, sigue siendo un pueblo sencillo, de calles sin asfaltar y con la jungla amenazándolo muy próxima, genuino en su conjunto.



Nuestra decepción vino al día siguiente cuando empezamos a indagar sobre cómo ver el parque en sí. Primero ya nos advirtieron que el poco alojamiento que había en la estación del interior del parque estaba lleno hasta dos semanas después. Y segundo tras hablar con varios (bastantes) guías (ya que por ley sólo puedes entrar con guía), para hacer al menos un recorrido por dentro, el precio que nos daban superaba con creces el precio que considerábamos justo, no podíamos permitirnos gastar 150€ por unas horas de caminata. Parece que por esta parte del mundo todos se han vuelto majaras con los precios.
Para no perder el día, fuimos a una playa que nos recomendaron a unos 5km, por supuesto a pie. Tras algo más de una hora llegamos y vimos que no era para tanto y además nos acribillaron unos mosquitos pequeños. Por lo que tras ser recogidos por unos costarricenses bien majetes nos fuimos a cenar nuestro último casado (comida típica y barata) para despedirnos del país.

La verdad es que paisajísticamente Costa Rica nos ha gustado, pero aquí los precios no son para viajeros con presupuestos ajustados y la calidad que ofrecen es en general bastante baja.

2 comentarios:

  1. al final encontrasteis la ranita típica de Costa Rica!!! que guay!!! y que chiquitina es!!! un besazo muy fuerte y a seguir disfrutando de la aventura chicos!!!

    ResponderEliminar
  2. Siiiiiiiiiiiiiiiii. Nos hizo mucha ilusión!!!!

    ResponderEliminar