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domingo, 21 de septiembre de 2014

La gran desconocida

Nada más cruzar la frontera con Croacia, nos dimos cuenta de que Eslovenia sería un país que nos iba a gustar. El paisaje que se abrió ante nosotros era particularmente bonito: frondosos bosques cubrían las montañas y, ahora sí,  aparecían pueblos muy acogedores a lo largo de la carretera. Según avanzábamos por el país, las montañas se hacían cada vez más altas hasta que llegamos a nuestro destino en los Alpes Julianos.
Nos establecimos en Bled para pasar unos días y recorrer la zona. El lugar parece sacado de un cuento: el lago con su isla, el castillo sobre un cerro... y todo rodeado de inmensas montañas. Es difícil describirlo con palabras.
Las proximidades a este pueblo nos parecieron increíbles y la verdad es que pasamos unos días muy divertidos recorriéndolas tanto en coche como a pie. Pudimos descubrir un hermoso lago glaciar rodeado de majestuosas montañas de más de 1500 metros, cascadas, diversos ríos que a su paso por las entrañas de las montañas formaban horadadas gargantas e increíbles vistas de los Alpes desde lo alto de una estación de esquí.












Otro lugar que visitamos fue el valle del río Soča, que aunque en el mapa parecía estar cerca, tuvimos que salir de Eslovenia, cruzar algo de Austria e Italia para volver y llegar al pueblo de Bovec, aunque la carretera fue muy entretenida.




El río, de color esmeralda, discurre entre montañas si cabe más imponentes que las anteriores con picos recortados custodiando el valle. El lugar es una maravilla para los ojos y un sueño para los practicantes de deporte extremo. Aquí caminamos por uno de los bosques más bonitos de nuestro viaje, con árboles susurrantes de mil colores y suelos cubiertos de musgo y hojas.






Este país nos ha gustado mucho y nos deja la impresión de que le quedan muchos secretos por mostrar.

martes, 16 de septiembre de 2014

De lluvia y calor

Ciertamente el otoño se ha establecido en Centro Europa. Desde hace días nos acompañan tintes anaranjados, cielos pálidos y lluvia perenne, así que hemos decidido bajar hasta Croacia a buscar algún rayo de sol.
En el camino, hemos hecho un alto en dos pueblecitos húngaros, Sopron y Koszeg, casi en la frontera con Austria. El primero, es uno de los pocos pueblos húngaros que conserva un centro histórico medieval (además de importantes restos romanos) y aunque nos gustó bastante, llovió tantísimo que no pudimos recorrerlo tanto como quisimos. Koszeg es también una antigua fortaleza, aunque está menos conservado que Sopron. Nuestra primera impresión no fue buena ya que fuera del casco antiguo es bastante feo, pero una vez que nos adentramos en las callejuelas más céntricas nos gustó bastante.







La llegada a los lagos de Plitvice fue bastante deprimente. Por cierto, durante las tres horas que "pisamos" Eslovaquia, nos pusieron la primera multa por no llevar la pegatina del peaje, de la cual no teníamos ni idea (aunque no está mal tras 3 meses de conducción), los polis mu majetes nos pusieron la más baja, ya que nuestra historia daba pena. Continuando, al llegar a los lagos llovía a cántaros y cuando por fin llegamos al camping, nos pareció carísimo.  Por suerte, la misma recepcionista del camping nos recomendó una casa en la que nos alquilaron un apartamentito completo por sólo dos euros más que el camping, y allí que nos fuimos y tan contentos viendo diluviar desde nuestra casita. Como la mañana siguiente amaneció como el día anterior, cambiamos el rumbo y nos fuimos a conocer "la perla del Adriático", Dubrovnick.
Todo el mundo sabía que hacía sol en Dubrovnick y por eso estaba llenísimo de gente. Aún así, llegar y sentir el sol y contemplar ese mar tan azul, nos llenó de alegría. La carretera, llegando, es preciosa. Acabalgadas entre el cielo y del mar, mil islas verdes.
La ciudad tiene dos partes bien diferenciadas, la ciudad vieja, amurallada, que es la perla en sí, y el resto, una amalgama de edificios y hoteles al más puro estilo "costa española". Obviando la segunda parte, la ciudad amurallada merece su fama. La fortaleza está íntegra y pasear por sus murallas, contemplando los tejados de la ciudad con las luces de la tarde, te traslada a otros tiempos. Las calles y callejones del interior tienen mucho encanto (aunque tendrían más si no estuvieran repletas de restaurantes y tiendas de recuerdos). Disfrutamos mucho recorriéndolas y descubriendo los rincones que atesora esta ciudad.

 

 


 

 

 

Debido a motivos varios, la isla de Korcula y Split se quedaron en el tintero, y volvimos hasta Plitvice, donde parecía que el temporal había amainado y nos esperaba el mismo apartamento al que teníamos muchas ganas.

En esta segunda ocasión sí que pudimos disfrutar del parque natural. Pese a que una parte de él estaba cerrado por inundaciones, recorrimos gran parte recreándonos en las cascadas y lagunas turquesas escondidas entre bosques otoñales, oscuros y rojizos, en contraste con cielos amenazantes de nubes cambiantes y un sol que se abría paso arrancando destellos en el agua del río y de las hojas mojadas.










Visitamos otro par de pueblos que nos causaron buena impresión: Cavtat, al sur de Dubrovnick, con sus árboles a pie de agua y un paseo marítimo encantador, y Rastoke, un pueblo entre lagunas y cascadas.





miércoles, 10 de septiembre de 2014

Pequeña aproximación a Polonia

Nos hemos acercado unos días a Polonia para conocer varios lugares en los que estábamos interesados.
En primer lugar nos dirigimos a la antigua ciudad de Cracovia. Es una de las pocas ciudades de este país que no resultó muy dañada en la segunda guerra mundial y eso es algo que se nota. El casco histórico esta lleno de edificios bastante antiguos y de iglesias muy bien conservadas, de estas últimas nos sorprendió su interior. La plaza medieval de la ciudad es la más grande de Europa aunque no se nota tanto su amplitud ya que en el medio hay construido una antigua fábrica de tejidos, ahora mercado. El castillo se encuentra cerca del centro en una colina y aunque no nos gustó mucho sí que vimos en su interior una catedral bastante bonita. También nos acercamos a las cuevas que hay bajo la colina del castillo, donde según cuenta la leyenda vivía un dragón que fue burlado por el príncipe Krak (menudo crack) fundador de la ciudad.
 







La siguiente visita no nos resultó nada fácil. No fue agradable pero no podíamos perder la oportunidad de ver el campo de concentración de Auschwitz. Fue un lugar que nos causó un gran impacto y nos dejó con un nudo en la garganta. No nos extenderemos más porque son muchas las emociones, creemos que merece la pena visitar un lugar así una vez en la vida, como acto de responsabilidad y reflexión. "Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo" (George Santayana).



Los últimos días los pasamos en el pueblo de Zakopane al pie de los montes Tatra que forman parte de los Cárpatos. Habíamos leído que las excursiones de trekking eran muy chulas pero no hemos podido disfrutarlas ya que la niebla y la lluvia nos lo han impedido. Eso sí, tras tres meses hemos tenido por fin un día de descanso y relax durmiendo en cama y todo, que ya nos hacía falta. Del pueblo poco que contar, a excepción de un gran ambiente  en el mercadillo y muy orientado al turismo de esquí.