Llevamos ya unos días recorriéndolo y continuamos sorprendiéndonos y alucinando cada vez que salimos de una curva, túnel o ferry. Esto es una amalgama de continuas montañas separadas por gran multitud de lagos y fiordos a cada cuál más impresionante.
Nuestra ruta nos llevó primeramente a Stavanger, una ciudad famosa por ser el lugar donde llegan los cruceros y punto de reunión de los trabajadores de las petrolíferas. No es muy bonita y solo se salva un barrio de casitas de madera antiguas. Los alrededores por el contrario son magníficos. Nosotros pudimos ascender al punto de vista más famoso de Noruega a unos 600 metros de altura, el Preikestolen o roca del púlpito, que nos ofreció una impresionante vista sobre el fiordo Lysefjord. La verdad es que su fama es más que merecida, pese al difícil ascenso y la lluvia casi constante, las vistas te dejan sin habla (cuando llegamos las nubes no nos dejaban ver más de unos metros, pero resistimos hasta que el cielo se abrió). Durante la travesía en coche descubrimos una cascada de casi 100 metros llamada Månafossen, nos alegramos mucho aunque posteriormente hemos descubierto más y mejores.
Odda tenía que ser un punto de paso, pero al final nos quedamos varios días disfrutando de sus caminantas. La que más nos gustó fue la subida al glaciar Folgefonni. Un ascenso que fue una auténtica ginkana, trepando por rocas, subiendo por cuerdas y cadenas, atravesando puentes colgantes y ríos hasta llegar a la parte inferior de la morrena, todo ello con la emoción de ver acercarse cada vez más esa imponente mole de hielo azul.
En las cercanías del parque natural de Hardangervidda nos instalamos para pasar otro par de días de caminatas sin igual. En una de ellas cambiamos de paisaje radicalmente y nos adentramos hasta casi perdernos en un horizonte de tundra. El lugar, barrido por el viento y la lluvia (aunque durante casi todo el año por la nieve), era casi desolador, inhóspito e infinito, majestuoso en su inmensidad.
También visitamos una de las cascadas más famosas, Vøringfossen, con mas de 600 metros de caída, geniales sus vistas desde arriba y mejor haber podido adentrarnos hasta donde rompía el agua.
Como no solo de naturaleza vive el viajero, hicimos una visitilla a la famosa ciudad de Bergen. Allí pudimos contemplar las bonitas casas de colores de la época de la liga Hanseática. La vista panorámica nos gustó pero sin llegar s impresionarnos. La ciudad nos pareció muy chula y el ambiente fantástico.
Por último y lo mejor, fue el Fishmarket, allí pudimos degustar el famoso salmón en sus diferentes variedades, la carne de ballena, reno y alce, todo muy rico y gratis. Gracias a un catalán súper majete que trabajaba allí realizmos un trueque, nuestro embutido por el salmón que él vendía. Sin duda y gracias a su generosidad salimos ganando y nos llevamos tres trozacos de auténtico salmón salvaje. Gracias Pau.
¡Impresionante! :)
ResponderEliminarNo me pierdo ninguna de vuestras entradas, totalmente enganchada. Besos y seguimos viajando....
ResponderEliminarChicos, preciosas fotos y preciosa aventura!! Seguid contando, nosotros os seguimos con los dientes muy muy largos.... Besos
ResponderEliminarMe estais creando necesidades!! Quiero ir ahi!
ResponderEliminarNo se yo si habéis salido ganando, embutido por peces... bueno el embutido lo volvereis a comer el salmón salvaje de Noruega será más difícil.
ResponderEliminarQue fotazas!
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