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lunes, 25 de mayo de 2015

Siguiendo las Lineas (Nazca, Ica, Lima y Trujillo)

Si en la anterior entrada del blog estuvimos en el lugar más característico de Perú, en esta nueva llegamos a lo que podría considerarse el más misterioso y segundo más conocido de todo el país, la ciudad de Nazca con sus famosas Líneas.
Aunque habíamos buscado por internet información de cómo llegar a ver las Líneas, no fue hasta que llegamos a la ciudad de Nazca que encontramos un tour operador. Para alegría y sorpresa nuestra, es muy fácil encontrar un tour y debido a la competencia que hay y a la gran cantidad de vuelos que salen al día pudimos conseguir un gran precio. Nosotros pasamos la noche en Nazca y al día siguiente nos subimos al avión pero os aconsejamos que, si no os sobra el tiempo, intentéis llegar a la ciudad por la mañana, hacer la visita y luego salgáis de Nazca porque realmente no tiene nada que ver.
Tras madrugar un poco, nos fuimos con mucha ilusión al pequeñísimo aeropuerto desde donde partiría nuestra avioneta. Antes de empezar a volar vimos un documental realizado por National Geographic, que aunque nos resultó interesante no desveló nada del misterio de las líneas (aunque su título era "El enigma de las Líneas de Nazca). A la media hora nos avisaron que ya estaba todo preparado y que podíamos subirnos a la diminuta aeronave como podéis comprobar.

Una vez ya en vuelo, se puede apreciar que realmente, a lo largo de una gran extensión de terreno, éste está marcado por un sinfin de líneas que se entrecruzan hasta donde alcanza la vista. Al poco de empezar ya se puede ver una de las figuras que han hecho famoso este lugar, la ballena, pero nosotros entre los bruscos movimientos y la cantidad de líneas no pudimos apreciarlo. Ya más concentrados y con los ojos un poco más entrenados fuimos distinguiendo uno a uno el resto de los  13 dibujos que surgían de la tierra, algunos de un tamaño enorme (más 300 metros) y otros que se distinguían claramente como el Astronauta o el Colibrí. Tras casi 40 minutos de locura en la que no parábamos de mirar a izquierda y derecha y la verdad un poco mareados, el avión aterrizó, dejándonos un buena sensación.



Llegamos a la ciudad de Ica y sus alrededores y hemos de decir que nos decepcionó bastante. Ica es una ciudad realmente fea y muy muy ruidosa. Cerca de Ica se encuentra el oasis  de la Huacachina, un lugar mucho más tranquilo y pequeño, que aunque no tiene unas edificaciones muy bonitas, es sorprendente ya que está rodeado por enormes dunas de arena y en el centro hay un laguito de agua dulce entre palmeras.


También nos acercamos a las Islas Ballestas que están en Paracas, son una reserva natural que, además de estar repleta de aves y leones marinos (incluso pingüinos dependiendo de la época), tienen unas formaciones rocosas vistosas.


Nuestra siguiente parada fue Lima donde nos estaban esperando desde hacía un tiempo. Nada más bajarnos del autobus, nos encontramos con Javi, al que ya habíamos visto muy brevemente en nuestro paso hace unos meses. Gracias a él y a su novia Erykah pasamos unos días estupendos por la ciudad y disfrutamos un fantástico tour gastronómico.

De Lima podemos decir que como otras tantas ciudades que hemos visitado tiene marcados contrastes. El centro aunque más disperso que en otros lugares tiene bastantes edificios históricos que se pueden visitar, el que más nos gustó a nosotros fue el convento San Franciso que junto con sus catacumbas y su impresionante biblioteca (es la más importante de Sudamérica) conforma un monumento de grandes riquezas cultural y arquitectónica.


La zona de Miraflores está mucho más ciudada y limpia y se aprecia que es una zona residencial de mayor poder adquisitivo. Por último la zona de Barranco es la más bohemia y más entretenida de visitar ya que combina bonitas casas con galerías de arte y lugares para sentarte y tomarte una cerveza artesanal.
En lo referente al Tour no podemos decir nada más que cosas positivas de nuestro guía personalizado, tras unos tres años en Lima, se conoce más la ciudad que los taxistas y por supuesto los mejores lugares para comer al mejor precio, Javi eres un verdadero crack. Nosotros que somos de buen comer y probar casi todo disfrutamos como enanos desde el primer día hasta el último. Empezamos una noche de picoteo peruano con su famoso pisco Sour (un fermentado de la uva que casi nos deja KO). Al día siguiente recuperamos algo de peso con un rico ceviche, las causas peruanas que nos encantaron y un tiradito muy bueno. Y para acabar el fin de semana de la manera mas glotona un buffet libre de Makis al estilo peruano, nos pusimos hasta arriba. Finalmente, probamos los restaurantes Chifa, que son una mezcla de chino y peruano.


Antes de despedir Lima, no podemos dejar pasar la oportunidad de mostraros el hostal más extraño donde nos hemos alojado en estos meses, el Hostal España, situado en el centro a un precio increíble y como podeís apreciar en las fotos, absolutamente barroco. En este lugar coincidimos con una familia viajera de Zamora (casi todos) y, tras encontrárnoslos en varios lugares de Lima, acabamos tomando unas cervecitas y pasándolo en grande. Realmente están como cabras y son muy muy divertidos, si os animáis ver alguno de los vídeos que hacen de sus viajes en los que no paran de bailar en los sitios más peculiares, poner en YouTube "Conejito y Monito bailan por Tokio"


Nuestro último lugar en Perú fue Trujillo, volvimos a tener mucha suerte y gracias mi padre (Miguel) que nos puso en contacto, conocimos a otro español, Jaime, que reside aquí desde hace más de cinco años. Gracias a su hospitalidad y consejos, y los de su "familia" peruana tuvimos varias agradables sobremesas y pudimos conocer más fácilmente el entorno de esta ciudad. 
Nos han parecido francamente interesante las culturas Chimú y Moche que risidieron en este lugar hace más de 1000 años y que para nosotros eran desconocidas hasta ahora. Con una perfectamente organizada estructura social, construyeron templos de adobe de los que algunos se mantienen, a día de hoy, en muy buen estado de conservación. Los primeros fueron artífices de impresionantes templos de adobe, como la huaca de la Luna (con la momia de la dama de Cao) y la huaca del Brujo, construidos unos sobre otros (tapiando los anteriores) gracias a lo que actualmente sus decoraciones y relieves se conservan en algunas zonas casi intactos, pudiéndose admirar con facilidad un arte tan lejano en el tiempo, y los segundos erigieron la ciudad de Chan Chan, una  inmensa ciudad-templo que destaca por sus muros adornados con altorrelieves.





domingo, 17 de mayo de 2015

Lugares Sagrados (Lago Titicaca y Machu Picchu)

Tras dejar atrás el Salar, hicimos una escala de un par de días en la capital de Bolivia, La Paz. Esta ciudad que literalmente se sube por las montañas nos sorprendió mucho. Habíamos oído hablar de lo pobre, sucia y ruidosa que era, pero nos sorprendió agradablemente. Nosotros no nos metimos en ningún barrio lejos del centro, pero nos pareció que estaba bastante cuidado y la ciudad se está reformando bastante, tanto en viviendas como en los accesos ya que se han instalado una serie de teleféricos que conectan el centro con las partes altas de la ciudad. 

El casco histórico tiene algunas calles bastante agradables, la iglesia colonial de San Francisco y la calle de las Brujas fueron los lugares que más nos gustaron. Esta última tiene multitud de tiendas que venden todo tipo de objetos de santería y algunas otras con artesanías muy interesantes y baratas.



Recomendamos a todo el mundo pasarse a comer por el mercado Lanza, se puede disfrutar de unas comidas típicas y caseras por dos euros y unos batidos de frutas extraordinarios por cincuenta céntimos.





El primer encuentro con la cultura inca que tuvimos con la cultura Inca en el viaje fue en el lago Titicaca. Este gigantesco lago es de los que a mayor altitud se encuentra del mundo y aunque sus aguas se encuentran muy contaminadas es un verdadero gusto para los ojos. 
A orillas del lago se encuentra la ciudad de Copacabana donde nos alojamos, no es muy bonita pero tiene un cerro, "El Calvario", que merece la pena subir (pese al esfuerzo ya que a esa altitud cada escalón era un dolor) para tomar unas buenas fotos.


Al día siguiente, tras tomar un barco, nos trasladamos a la isla del Sol. Esta isla es de suma importancia para la cultura incaica ya que según la tradición desde aquí salieron los dirigentes que formarían la ciudad de Cuzco. Nosotros al igual que ellos seguimos el camino denominado del Sol y pudimos descubrir la "roca sagrada", el laberinto o "Chinkana" y los tradicionales cultivos en terrazas. La ruta nos pareció bastante interesante pero la isla es un poco árida y no excesivamente bonita.



Cruzamos nuevamente una frontera y por fin llegamos a un país que teníamos muchas ganas de recorrer, Perú. Como primer destino fuimos a la ciudad Inca más importante y una de las ciudades, o la ciudad más bonita que hemos visto en toda América, la ciudad de Cuzco. Hemos de decir que nada más llegar allí nos encantó, pese a que había bastantes turistas, su presencía no era apabullante y podías recorrer todas las calles y callejuelas bastante a gusto mientras disfrutábamos de la mezcla de la cultura inca y las edificaciones coloniales que abarrotaban el casco histórico. No podríamos destacar nada en especial, sólo perderse por todas sus calles y plazas y disfrutar.






Pese a lo dicho de Cuzco, éste solamente era la entrada para otro de los lugares emblemáticos de este viaje, Machu Picchu. Para acceder a esta remota ciudad y que te salga económicamente viable es un verdadero jaleo. Pero tras mucho investigar y regatear conseguimos un transporte de casi 8 horas que nos salió por unos siete euros.  Es un recorrido preciosos entre valles y montañas, ríos e incluso glaciares, pero una gran parte de él es sin asfaltar y discurre bordeando laderas empinadas por donde sólo cabe un vehículo y sin quitamiedos, así que no es apto para temerosos de las alturas, ya que la caída que se avista desde el coche es abrupta y de más de 500m. Llegamos a un lugar perdido donde sólo hay una central hidroeléctrica y nos desplazamos a pie durante tres horas y por las vías de un tren a la ciudad de Aguas Calientes. Este trayecto, además de increíble, lo disfrutamos con tres majetes andaluces que también hacían nuestra misma ruta. Llegamos ya entrada la noche y nos tomamos unas bien merecidas cervezas con nuestros compañeros de camino. 













Amanecimos a las 04:30 am para emprender la subida hasta Machu Picchu, una tarea ardua que nos llevó hora y media de la que una hora completa fue de subir escalones sin cesar. Ya el camino merece la pena, según sale el sol las impresionantes montañas aparecen de la nada, y en un momento te rodean por todas partes. Lo mejor de Machu Pichu es dónde la construyeron. El paisaje deja boquiabierto. Una ciudad en la cumbre de una montaña rodeada de más y más picos de montañas verdes, y en el otro lado un profundo cañón. Aunque nosotros no sentimos el misticismo que otros sienten en el lugar, tuvimos un guía aceptable que nos explicó bastantes cosillas y ya digo, que las vistas te dejan sin habla. La ciudad en sí llama la atención por lo bien que está conservada (no fue descubierta hasta 1911) pero a nosotros, más que su conformación nos emocionó el contexto. 





La bajada fue algo más rápida pero, debido a lo que llevábamos encima y a las siguientes tres horas hasta la central hidroeléctrica, nos dejó hechos polvo. 

No contentos con eso, el día siguiente lo dedicamos a visitar el Valle Sagrado. Su nombre se debe a que es atravesado por el río Urubamba que era sagrado para los incas. Comprende varias ciudades incas, Pisac y Ollantaytambo las más importantes, que también están bien conservadas. Pisac posee uno de los mayores cementerios incas, con unas 10000 tumbas excavadas en la roca de la montaña, y Ollantaytambo tiene el templo del Sol. Cogimos un tour para que nos diera tiempo a verlo en un día  y la verdad es que fue bastante malo. Las explicaciones del guía eran más inventadas que documentadas y llegamos al último sitio arqueológico de noche. Eso sí, no nos perdimos ningún "mercadillo local" ni por supuesto la correspondiente "parada encerrona" para comer en un lugar aislado, malo y caro (del que conseguimos librarnos, jeje). 




Como nos había gustado tanto, pasamos otra noche en Cuzco para descansar antes de partir a nuestro siguiente  destino.