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martes, 6 de enero de 2015

Feliz año y pura vida!!!

Nuestros últimos días del año los decidimos pasar en Costa Rica. Cruzar la frontera, como ya es habitual, fue una aventura. Un primer autobús que nos dejó en un cruce en la nada, un segundo que nos llevó hasta Peñas Blancas, el pueblo fronterizo. Allí nos esperaba una cola inmensa al sol, que afortunadamente nos llevó sólo una hora, para salir oficialmente de Nicaragua. Después, hay que caminar unos 10  minutos hasta llegar al puesto fronterizo costarricense, nuestro primer paso de frontera a pie. En este lado, los trámites son más rápidos, aunque tuvimos que mostrar un documento que demostrara nuestra salida del país y como nosotros no teníamos fecha prevista, creamos uno con fecha un poco aleatoria, y para nuestra suerte no tuvimos ningún problema. Después de las fronteras, queríamos dirigirnos a Monteverde, y tuvimos la suerte de enganchar los autobues de tal manera que pudimos subirnos de casualidad y con un escaso margen de 5 minutos al último bus que partía hacía nuestro destino y cuya parada estaba en un cruce de carreteras.
El paisaje en Costa Rica nos llamó mucho la atención y ya desde los primeros viajes en bus nos maravilló. Para llegar a Monteverde subimos por un tortuoso camino que nos ofreció unas vistas espectaculares, por un lado las montañas tapizadas de verde y por otro una bahía por donde se ponía el sol.
Nada más llegar a Monteverde te das cuenta de que los cambios no sólo afectan al paisaje, aquí el turismo está mucho más desarrollado y se nota tanto en los servicios como en el bolsillo. En esta área se localizan dos reservas naturales, nosotros preferimos la más pequeña, llamada de Santa Elena, ya que es la menos transitada por los turistas. Toda la reserva es un bosque nublado o nuboso, y como su nombre indica, las nubes (como si se tratara de neblina) nos acompañaron durante todo el trayecto deslizándose entre las copas de los árboles. Durante las horas que pasamos en este frondoso bosque que en teoría está lleno de vida, nosotros no vimos más que unos pajaros, una mariposa, una oruga y un pavo, y pese a esto el paseo nos pareció una maravilla y lo recomendamos.





Para desquitarnos de los pocos animales vistos, por la noche nos apuntamos a una caminata por otra zona del bosque y esta vez con guía. En esta ocasión la suerte sí que estuvo de nuestro lado y vimos gran cantidad de bichos chulísimos, un acierto el hacer esta excursión.



Para llegar al lugar donde pasaríamos la Nochevieja, tuvimos que pasar un día en el pueblo de Quepos. Éste sólo tiene el atractivo de estar cerca del Parque Natural Manuel Antonio, al que no pudimos acceder por falta de tiempo, el resto es realmente feo.

Por fin el día 31 llegamos al Hotel Paraíso Carlisa, aunque éste no se ajustaba a nuestro presupuesto viajero, nos dimos un capricho, por lo especial de la fecha y por el "ahorro" del no avión a España en estas fechas (eso sí conseguimos una gran oferta gracias a Trivago). El hotel la verdad es que nos gustó mucho, se localizaba en el interior de una reserva natural y compartimos nuestra estancia con un montón de animales. Pese a que la cena de Nochevieja no estuvo nada mal el resto de las comidas dejaron mucho que desear. Nuestros acompañantes de cena no aguantaron al cambio de año y nosotros acabamos brindando y tomando algo con los empleados del hotel, manteniendo así un poco de espíritu navideño-festivo. Para todos: FELIZ AÑO!!! 







1 comentario:

  1. me ha encantado esta entrada!!! al final encontrasteis la ranita típica de Costa Rica y un montón de animales más, que envidia por verlos en directo!!!! un besazo muy fuerte chicos!!!!

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