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martes, 30 de diciembre de 2014

Una isla sin mar (Ometepe)

La isla de Ometepe fue el lugar elegido para pasar los días de Nochebuena y Navidad, ya que parecía un lugar paradisíaco. Para todos aquellos que no lo hayan oído en su vida, os recomendamos ponerlo en google earth y podréis ver una gran isla verde con dos volcanes dentro de un lago enorme. La isla es de difícil acceso ya que sólo llegan unos pocos ferrys al día, pero merece la pena el viaje. Una vez allí te das cuenta de que los desplazamientos son aún más complicados, sólo existe una carretera, no rodea todo el conjunto y además gran parte no está ni siquiera asfaltada. Con lo cuál conocer la isla se convierte en toda una aventura.





Entre bici y moto nos apañamos para hacernos una idea. En la mitad septentrional, que corresponde al volcán Concepción (el más alto), hay mayor número de tierras cultivadas y núcleos poblacionales mayores. En la mitad que corresponde al volcán Maderas, la vegetación es más exuberante y las playas se adentran en el frondoso bosque, e incitan a quedarte en ellas y disfrutarlas con un jugo natural bien fresquito.



La noche del 24, tras haber recorrido 30 km en la bici, celebramos la Navidad en compañía de Iria, una gallega muy dicharachera que conocimos con la que cogimos una buena "Toña" y que nos sorprendió con un regalazo!!! Al día siguiente recorrimos la isla en moto, y aunque  nos deleitamos con el paisaje, tuvimos algún problemilla con la empresa del alquiler (donde robaban a 5US$ la hora de alquiler, nos trataron de regulares formas, nos invitaron a no haber llegado a la isla, y donde a más de uno no le devolvieron el depósito de 50 US$ por "daños" inexistentes). Así que si vais alguna vez, no alquiléis a "Robinson" y hacedle un buen book de fotos a la moto con fecha y hora.





Para finalizar nuestro recorrido por Nicaragua, nos dejamos caer por San Juan del Sur y sus playas. Diremos que el pueblo en sí no nos gusto mucho y la playa era una bahía repleta de barcos, el ambiente era muy de fiesta y surfero y no iba mucho con nosotros. Lo que sí nos encanto y por lo que mereció la pena ir fue la Playa de Coco, una auténtica maravilla donde llega muy poca gente y se puede disfrutar de ella casi en soledad.





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