.

.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Entre amigos

Tras casi siete horas (atascazo en el bus) y otra hora en un taxi infernal, nos volvimos a encontrar con nuestros colegas "mexicanos" que nos llevaron volando a un cine para poder ver la película Interstelar en una pantalla gigante. La peli más que recomendable, da para hablar largo y tendido (de hecho fue nuestro tema preferido el finde).
Al día siguiente nos fuimos a la fiesta de cumpleaños de un amigo de Carlos, en Zacatlán de las Manzanas. No teníamos muchas esperanzas y sólo nos apetecía por estar con Carlos, Alfredo y Fátima. Al final nos lo pasamos genial, la fiesta tenía temática años 20 e intentamos disfrazarnos con lo poco que teníamos. Los organizadores, Armando y Rubén, que además fueron cocineros, djs y de todo, estuvieron de diez, unas personas súper majas y muy acogedoras. Tanto ellos como el resto de los asistentes nos hicieron sentir como en casa.






Al día siguiente, después de un fantástico y abundante desayuno típico mexicano, nos despedimos de Armando y Rubén y del resto de invitados y nos dirigimos a las cascadas de Tulimán. A pesar del tráfico y de la gran cantidad de gente, nos gustaron mucho. La cascada principal es realmente alta y con un imponente caudal, la vegetación que la rodea es exuberante. También nos gustó la parte donde confluyen los dos ríos que hay en el parque. Uno desciende formando pequeñas cascadas y el otro atrvesando un estrecho cañón, todo rodeado de frondosos árboles.







El lunes era fiesta en México, por lo que aprovechamos para ir con Carlos y Alfredo a realizar otra excursión, el Centro Ceremonial Otomí. Aunque construido en los años 80, el complejo está basado en la cultura Otomí. Es realmente impactante su tamaño y lo bien cuidado que se encuentra.
No pudimos acabar mejor el día que con una comida familiar en casa de los padres de Alfredo. La comida estuvo deliciosa y la familia de Alf nos hizo sentir como si fuéramos parte de ellos. Muchas gracias y os esperamos por España.







Nuestro último día en México DF fue prácticamente dedicado a la gastronomía. Tras visitar un poco la zona del Zócalo (plaza principal de DF), comimos en un restaurante con nuestros dos anfitriones, donde la comida estuvo de lujo. Raquel llegó a probar los escamoles (huevos de hormigas!!!!). Gran trabajo el de Carlos en la renovación de este lugar.
La cena fue cosa nuestra, nos pusimos el delantal y preparamos unos platos a los chicos y a Fátima. Creemos que no salió mal el asunto, pese a las dificultades para comprar la materia prima que queríamos y una cocina que desconocíamos. Según ellos todo estaba bueno. La despedida ya fue otra cosa, como siempre es difícil deciros adiós.




Sólo nos queda agradecer todos estos días con vosotros, han sido geniales.

martes, 18 de noviembre de 2014

Ciudades de color

Dejamos atrás las playas caribeñas para desplazarnos a México DF, donde pasaríamos una semanita en compañía de Carlos, Alfredo y Fátima.
He de decir que al final en DF no pasamos más que un par de días ya que habíamos conocido la ciudad hace un año y nuestros amigos curraban, por lo que nos acercamos unos días al estado de Guanajuato para conocer dos de sus ciudades más representativas.
La primera a la que llegamos fue la ciudad que da nombre al Estado, posee una de las universidades más importantes del país y eso se nota cuando la recorres, ya que tiene un ambiente fantástico y muy joven.
Guanajuato invita a ser recorrida a pie y así lo hicimos nosotros. Callejear por todo el centro nos resultó súper agradable y entre callejones y casas de vívidos colores fuimos descubriendo una pequeña parte de los tesoros que se ocultan en su interior. Los templos que se encuentran en el centro bien merecen una visita y no sólo observarlos por fuera. El edificio de la universidad y el teatro Juárez son un fijo en cualquier recorrido, al igual que el callejón del beso que tiene su propia leyenda. Por último la vista de Guanajuato desde el monumento a Pipila nos ofrece una bonita panorámica.
El ambiente nocturno es igual o mejor que el diurno, destaca la gran cantidad de tunos que recorren las calles y callejones seguidos de montones de personas en lo que se llaman las "callejoneadas" que consisten en contar historias y cantar canciones. Lo pasamos en grande siguiéndoles.









La siguiente visita fue San Miguel de Allende que es patrimonio de la Humanidad. Llegar a esta ciudad fue una grata sorpresa, de marcado ambiente colonial y cuidada con esmero, es un gusto pasear entre mercados de artesanía, galerías de arte, bellos edificios históricos que se combinan a la perfección con viviendas pintorescas e innumerables puestos de comida. La parroquia de San Miguel nos pareció espectacular y parece sacada de un cuento.
Aquí conocimos a Coby, un californiano que como nosotros estaba viajando por el continente americano y que tenía muchas ganas de compartir sus experiencias, pasamos un buen rato con él y esperamos coincidir en otro lugar.







miércoles, 12 de noviembre de 2014

Entre ruinas y cenotes

Tras pasar unos días estupendos, cambiamos rumbo al sur hasta llegar al pueblo de Tulum donde teníamos varias citas ineludibles: descubrir los cenotes con Álvaro, un amigo de España, visitar varias ruinas mayas, y reencontrarnos por fin con Carlos, casi un hermano que, para quien no lo sepa, vive en México desde hace unos años, y los grandes Alfredo y Fátima. 

Aunque los dos habíamos estado en esta región de México, ninguno habíamos buceado aún en los cenotes y hacerlo ha sido una gran experiencia. Es algo único, muy diferente al resto de inmersiones que hemos hecho hasta ahora, con encanto especial y tintes mágicos: Flotar ingrávido en una cueva asombrosa decorada con cientos de estalactitas de formas caprichosas, incluso estalagmitas, en un agua azul cristalina, maravillándote al contemplar los rayos de luz desplegarse abriéndose paso a través de las formaciones, o descender por un túnel vertical, ligeramente opaco, y alcanzar una capa de sulfuro de hidrógeno que aparenta ser una nube compacta de la que se perciben jirones deslizándose sinuosamente entre árboles caídos, un paisaje dentro de otro paisaje que te transporta a otro planeta, a un mundo encantado, de misterio y algo tenebroso... realmente merece la pena. 








También estuvimos en Muyil, una reserva de la biosfera con dos lagunas conectadas entre sí por un canal construido por los mayas, y posteriormente unidas al mar por otro canal natural de unos 13 km de longitud. Atravesamos las lagunas en lancha y después fuimos "flotando" por el canal una media hora, llevados por la corriente. Además visitamos varios templos mayas que nos gustaron mucho pese a que fuimos literalmente devorados por los mosquitos. 



Dedicamos un día entero a las ruinas de Chichén Itzá. Tuvimos mucha suerte porque no hizo mucho calor, lo que nos ayudó a pasear tranquilamente por todo el complejo arqueológico sin derretirnos. Quedamos maravillados por la grandiosidad de las construcciones y su buenísimo estado de conservación (la mayor parte restauradas). No resulta muy difícil retrotraerse e imaginar su belleza hace unos 1000 años. Sin lugar a dudas los edificios más impactantes son la pirámide "El Castillo", el Observatorio y el gran juego de pelota.




Tuvimos la suerte de, durante el fin de semana, alojarnos en unas cabañitas a pie de playa, con unas vistas inmejorables, muy cómodas y económicas (sobre todo para esta región tan turística), muy recomendables a pesar de que la encargada no tenía nada claro qué tenía reservado y qué no. Y tuvimos más suerte aún de que Fátima, Carlos y Alfredo se alojaran en un complejo con una playita muy agradable donde pasamos un par de tardes, jeje. 





Unos días fantásticos, con muchas actividades diferentes, en inmejorable compañía, con quien hemos disfrutado muchísimo, y hemos reído aún más; gracias Álvaro por descubrirnos los cenotes, y a vosotros tres, menos mal que aún seguimos juntos al menos una semana más. :)

PD: Si a algún seguidor del blog le apetece descubrir las profundidades, en Tulum o en España, recomendamos:  https://es-es.facebook.com/liquidplanet.eu



viernes, 7 de noviembre de 2014

La vuelta de Voltereta

Tras algo más de un mes por España organizando la siguiente etapa, pero sobre todo viendo a la familia y amigos, con las fuerzas recuperadas y con el estómago bien lleno, cargamos de nuevo nuestras mochilas y partimos rumbo a México.
De los primeros días hasta nuestra llegada a Mérida (capital de Yucatán) sólo deciros que estábamos agotados después de las fiestas de despedida y las largas horas de vuelo en el horrible avión de AirEuropa, que sólo pudimos llegar al hostel y echarnos a dormir.
Ya en Mérida y más descansados pudimos conocer esta tranquila ciudad que aunque no destaca por ser excepcionalmente bonita sí que tiene un centro algo más llamativo donde se encuentran los edificios más antiguos muchos de ellos de la época colonial. Nosotros destacaríamos la fachada de la casa Montejo, la catedral y el palacio de gobierno. Otro lugar interesante es el paseo Montejo que es una gran avenida que surge como de la nada entre casa pequeñas y que alberga diversos edificios de época.






En las cercanías de la ciudad ( 2 horas en bus) visitamos el pequeño pueblo de Celestún, donde por muy poco precio nos subimos a una lancha para recorrer la ría reserva de la biosfera. Esta ría aloja millares de aves de entre las que destacan los flamencos rosados, pelícanos grises, cormoranes y garzas. A pesar de no ser la mejor época vimos mas de cien flamencos que nos maravillaron con su color. Una parte del recorrido que nos sorprendió fue cuando con la lancha nos introdujimos en los manglares, donde todo se volvía más oscuro pese al brillante sol y el agua pasaba de un color marrón a un rojo sangre. Aquí vimos un pequeño cocodrilo y el nido de una garza tigre que es muy raro de ver. Acabamos el fabuloso día en una solitaria playa y saboreando un magnífico ceviche de camarones.







Por cierto, a todo el que venga, no puede dejar de probar la comida yucateca, es realmente buena y sabrosa. Tiene multitud de platos como: sopa de lima, panucho, salbute, poc choc, cochinita pibil etc.