Tras algo más de un mes por España organizando la siguiente etapa, pero sobre todo viendo a la familia y amigos, con las fuerzas recuperadas y con el estómago bien lleno, cargamos de nuevo nuestras mochilas y partimos rumbo a México.
De los primeros días hasta nuestra llegada a Mérida (capital de Yucatán) sólo deciros que estábamos agotados después de las fiestas de despedida y las largas horas de vuelo en el horrible avión de AirEuropa, que sólo pudimos llegar al hostel y echarnos a dormir.
Ya en Mérida y más descansados pudimos conocer esta tranquila ciudad que aunque no destaca por ser excepcionalmente bonita sí que tiene un centro algo más llamativo donde se encuentran los edificios más antiguos muchos de ellos de la época colonial. Nosotros destacaríamos la fachada de la casa Montejo, la catedral y el palacio de gobierno. Otro lugar interesante es el paseo Montejo que es una gran avenida que surge como de la nada entre casa pequeñas y que alberga diversos edificios de época.
En las cercanías de la ciudad ( 2 horas en bus) visitamos el pequeño pueblo de Celestún, donde por muy poco precio nos subimos a una lancha para recorrer la ría reserva de la biosfera. Esta ría aloja millares de aves de entre las que destacan los flamencos rosados, pelícanos grises, cormoranes y garzas. A pesar de no ser la mejor época vimos mas de cien flamencos que nos maravillaron con su color. Una parte del recorrido que nos sorprendió fue cuando con la lancha nos introdujimos en los manglares, donde todo se volvía más oscuro pese al brillante sol y el agua pasaba de un color marrón a un rojo sangre. Aquí vimos un pequeño cocodrilo y el nido de una garza tigre que es muy raro de ver. Acabamos el fabuloso día en una solitaria playa y saboreando un magnífico ceviche de camarones.
Por cierto, a todo el que venga, no puede dejar de probar la comida yucateca, es realmente buena y sabrosa. Tiene multitud de platos como: sopa de lima, panucho, salbute, poc choc, cochinita pibil etc.
Flamencos rosas!!!! Que chulis!
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