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martes, 3 de febrero de 2015

Aventura amazónica (de Iquitos a Manaos)

Desde Bogotá volamos a Iquitos haciendo una corta escala en Lima, donde gracias a Javi y Erykah, pudimos disfrutar de esas pocas horas de tránsito y tuvimos oportunidad de probar los mejores anticuchos limeños. El porqué de este salto (y de los que están por venir) se debe a un cambio en la no-planificación del viaje para intentar hacer un poco más adelante una expedición más que suculenta a un lugar remoto, por lo que hemos decidido viajar relativamente rápido hacia el sur. 
Iquitos, capital de la Amazonía peruana y a la que no se puede acceder por carretera (sólo vía fluvial o aérea) es una ciudad relativamente grande, comercial, bastante descuidada y de la que poco queda de su época de vistosidad colonial. La plaza de Armas contiene una pequeña iglesia y una enorme mole en ruinas, y aunque por la noche rebosa de bullicio y ambiente, resulta más bien decepcionante. En la ribera del río, tan sólo cuatro edificios mal conservados aún mantienen sus fachadas revestidas de azulejo y sus desvencijados balcones de forja vivieron mejores tiempos. Es esta avenida y debido a las impresionantes vistas, la más bonita de la ciudad. La inmensidad del Amazonas es sobrecogedora y aún estamos ante el comienzo de su curso, cuando todavía es razonablemente estrecho y abarcable. Su margen está abarrotado de pequeñas palafitas, viviendas semi-flotantes de madera, palma y chapa y, afortunadamente, la orilla no se aprecia muy saturada de basura. Tuvimos la suerte de probar el caimán y el pirarucú (famoso pez gigante y feísimo del Amazonas), ambos con cierta semejanza al pollo en su aspecto, el primero muy soso en sabor y bastante más potente el segundo.




Nuestro plan, realizar la travesía Iquitos-Manaos (unos 2000 km) surcando el Amazonas. El barco que sale de Iquitos llega hasta Santa Rosa (en la triple frontera con Perú, Colombia y Brasil) y después hay que cambiar a otro desde Tabatinga (Brasil) hasta Manaos. Habíamos leído bastante sobre la calidad del viaje en estos barcos y estábamos más que mentalizados, y aún así la experiencia fue inigualable, más intensa de lo esperado y ni mucho menos repetible.
Nos preparamos convenientemente para la primera travesía, de 36h de duración, y compramos, en el mercado de Belén, un par de hamacas y de mantas, unos táper, toallitas húmedas, 7 litros de agua, galletas y papel higiénico. El "Gran Diego" partía un lunes a las 19:30 h.

Nos habían dicho miembros de la tripulación que ese día no viajaría mucha gente, y que podíamos ir sobre las 16h a colgar las hamacas, y sin embargo, allí estábamos a las 14:30h. La embarcación constaba de dos cubiertas de unos 130m2 cada una, completamente desnudas, y cuatro "aseos" en la popa, abajo, y uno en la proa, arriba. Cuando llegamos, la cubierta inferior estaba, a nuestro entender, llena, y no encontramos ningún lugar, pero arriba aún quedaba bastante espacio, encontramos un buen hueco y colocamos triunfales nuestras hamacas, transversales al eje del barco, desde éste hasta la ventana lateral, bastante "juntitas", dejando una separación de un metro entre las cuerdas de ambas y las que estaban instalando a nuestro lado, lo que hacía que al tumbarnos prácticamente nos tocáramos. Ése era nuestro concepto de "cerca". Todavía quedaban 5 horas para la partida y el flujo de gente era continuo. Enseguida se terminó el espacio tal y como nosotros lo concebíamos y para las cuatro no cabía un alfiler. Nuestro habitáculo, que tan orgullosos nos tenía, pronto se vio invadido, y fuimos aproximando nuestras cuerdas hasta que entre ellas había una distancia no mayor de 25 cm. En esa situación, un hombre colgó su hamaca superpuesta entre una nuestra y la de al lado, y lo mismo ocurrió en el otro lateral. Un poco agobiados, al menos teníamos enfrente la ventana que daba al río y eso parecía suficiente. Pero la gente seguía llegando, y empezaron a colocarse transversalmente a las hamacas colgadas, a lo largo de las ventanas. Por delante de nosotros, donde ya había que agacharse para caminar (debido a las cuerdas) por el único pasillo transitable a lo largo del barco, cruzaron no una, sino dos hamacas más, evidentemente sobre las nuestras, ya que literalmente no era posible de otro modo. Ya no se veían las ventanas pero tampoco se podía caminar por la cubierta. Además, colocaron equipajes debajo de nuestro lugar y era casi imposible poner el pie en el suelo. Más tarde, notamos unos golpes por debajo, y al asomarnos vimos que dos personas estaban atravesadas sobre una manta debajo de nosotros, quedando sus narices y rodillas a unos 2cm de nuestro culo. Habíamos leído que la gente "subía" a tomarse unas cervezas, "iba" a ver amanecer o atardecer... calculamos un mínimo de 800 personas hacinadas en un amasijo de telas y cuerdas, unas encima de otras, o debajo, o en diagonal o atravesadas, donde "caminar" hasta uno de los cinco baños consistentes en una taza pestilente y un pequeño lavabo era toda una aventura, ¿ver atardecer? ¿tomarse una cerveza? ¿disfrutar del río? (¿había un río?) ¡era físicamente imposible!




Las raciones de comida consistían en tres granos de arroz y de un bocado de carne (el que cabe pinchado en un tenedor) o unas gachas de avena con pan duro, y la basura de acumulaba por el suelo entre la gente. Los vendedores ambulantes pululaban de aquí para allá portando inmensas bandejas de comida, chocándose entre las sogas y la gente, a veces gateando, y un olor almizclado y penetrante a suciedad arraigada perfumaba el ambiente. Así transcurrieron una a una las 36h de este trayecto (dos noches completas y un día) durante las cuales tomamos la decisión de no transbordar en el siguiente barco en Tabatinga donde nos esperaban otras tres noches en similares circunstancias (como experiencia, ya nos valía).



Así fue lo primero que hicimos tras sellar el pasaporte en Brasil y sacar dinero, fue reservar un pasaje para una lancha rápida que sale los viernes y que tarda "sólo" otras 36h en lugar de cuatro días y tres noches, y donde cada persona dispone de su propio asiento, tipo avión aunque más grande, con aforo de 120 personas, cuádruple número de tripulación, mismo número de baños (esta vez limpios, decentes), comida "de lujo", y bueno, el sumun, televisión y toma de corriente. Menudo cambio! Esto SÍ que era el Queen Mary, Josu! 
Este cambio, nos proporcionó además un día completo en Tabatinga donde conocimos a Toni, promotor turístico local especializado en comunidades indígenas, que nos ofreció un tour de un día tan tentador que tuvimos que aceptar. Tras cruzar el Amazonas, que aquí tiene una anchura de unos 2500m, atravesando una "isleta" de vegetación flotante admirando numerosas especies, entre ellas el loto gigante Victoria regia y una amplia diversidad de aves, comenzamos a remontar los ríos Gamboia, Zacambu y Yavari durante unos 50 km, extasiados con la magnitud de la selva y los manglares, la abundante cantidad de aves e insectos posando y bailando para nosotros, decenas de mariposas morfos, con su azul eléctrico exhibiéndose ante nuestros ojos, el sonido de lo salvaje sólo para nuestros oídos, hasta llegar a encontrarnos con una manada de delfines rosas, que estuvieron un buen rato saltando delante de nuestra barca.






Pudimos comer en una casa de la comunidad Ticuna, una sabrosa sopa de pollo, yuca y otras verduras, acompañada de arroz, mandioca y patacones, que disfrutamos de verdad, e intentamos pescar pirañas que no deben de ser tan fieras como las pintan, porque no picaron y eso que les pusimos carne en el cebo. Terminó el paseo cuando una gran tormenta nos alcanzó en pocos minutos y regresamos empapados, pero muy contentos. La anaconda, con gran pesar, ha de quedar para otra ocasión. 




Aún recordando entusiasmados el día previo, el viernes embarcamos con ilusión en la "lancha rápida" y llegamos la mar de cómodos el sábado a Manaos.


6 comentarios:

  1. Vaya de aventuras ehhh!!! Todo tiene pinta de ser muy bonito

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  2. Ya decía yo que actualizabais muy pronto ;) 36 horas en esos botes es mucho mas que suficiente sin duda alguna XD La pena de la mayoría de las ciudades del Perú de provincia es que se han "modernizado" destrozando los encantos que tenían :( Pero hay excepciones que ya veréis a la vuelta! Ademas aun os tenemos que hacer un recorrido gastronómico por Lima! Saludos de Javi y Ery!

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  3. Que pasada, me encanta el paisaje del amazonas.
    Pero no tanta hamaca en un barquito, que agobio....jajaja

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  4. Con las fotos del primer barco, me parece un lugar bastante acogedor. ¿Y os habéis pillado unas lanchas rápidas? Sois unos snobs! :P

    Muy chula la selva! A seguir disfrutando!!

    Besosss

    Josu

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  5. El crucerito por el rió seguro que os resultó insuperable...jjjjj. Más me han gustado los paisajes de Colombia....desde aquí puedo oler q café....
    Un beso volteretas.

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  6. Hola compañeros aventureros, me parece muy linda la experiencia que han hecho, quiero recibir información sobre las empresas de navíos (nombres, pagina web, precios etc) quiero realizar dicha travesía... Agradezco el contacto

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